viernes, 13 de diciembre de 2013

Mi disfraz.

He de reconocer que a mí me costó mucho venir disfrazada, porque tengo que caminar bastante hasta llegar al instituto, y además tengo que pasar por zonas en las cuales me ve mucha gente. Aun así, me puse mi música y el trayecto se me hizo mucho más ameno. El único problema con el que te encuentras realmente es al salir de casa, que en ese instante no estás segura y la gente te mira y se ríe e incluso te pregunta. Una vez que llegas al instituto y te encuentras con personas también disfrazadas, piensas en que han pasado lo mismo que tú y deja de ser tan molesto, incluso cuando la gente me miraba me reía y los comentarios que iban ocurriendo me los tomaba mejor, por lo menos yo, ya que los conoces y son bromas sin resentimientos. Cuando estás en clase atenta, se te olvida que lo tienes puesto y no lo recuerdas hasta que te dicen algo o sales al pasillo y todos te miran, aunque a medida que pasan las horas ya te da igual. Por último cuando acaban las clases y te tienes que ir, te entra otra vez la vergüenza, ya que en el instituto son conocidos pero en la calle no, y tienes que volver a soportar risas, comentarios etc…
Cosas que entiendo y que bueno, en cuanto dejan de mirarte ya no te sorprendes.

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