He de
reconocer que a mí me costó mucho venir disfrazada, porque tengo que caminar bastante
hasta llegar al instituto, y además tengo que pasar por zonas en las cuales me
ve mucha gente. Aun así, me puse mi música y el trayecto se me hizo mucho más
ameno. El único problema con el que te encuentras realmente es al salir de casa,
que en ese instante no estás segura y la gente te mira y se ríe e incluso te
pregunta. Una vez que llegas al instituto y te encuentras con personas también
disfrazadas, piensas en que han pasado lo mismo que tú y deja de ser tan
molesto, incluso cuando la gente me miraba me reía y los comentarios que iban
ocurriendo me los tomaba mejor, por lo menos yo, ya que los conoces y son
bromas sin resentimientos. Cuando estás en clase atenta, se te olvida que lo
tienes puesto y no lo recuerdas hasta que te dicen algo o sales al pasillo y
todos te miran, aunque a medida que pasan las horas ya te da igual. Por último
cuando acaban las clases y te tienes que ir, te entra otra vez la vergüenza, ya
que en el instituto son conocidos pero en la calle no, y tienes que volver a soportar
risas, comentarios etc…
Cosas
que entiendo y que bueno, en cuanto dejan de mirarte ya no te sorprendes.
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